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Hacia el #8M: Lejos de las urnas

Hacia el Paro Internacional de Mujeres el #8M comparto varias pequeñas historias sobre el lugar de la mujer en los medios santafesinos. Dejo a un lado la violencia femicida; un breve resumen de su cobertura por nuestros diarios, acá. Hoy, mujeres lejos de las urnas.

También en nuestra Santa Fe, del siglo XIX, la sola presencia de mujeres cerca de los atrios de votación provocaba escándalo, y la dura amonestación a sus padres, hermanos o maridos. No estamos ante un caso de mujeres peleando por su derecho al voto, sino apenas de mujeres que acompañaron en esa oportunidad a los varones hasta los lugares de votación.

En febrero de 1878 acababan de producirse elecciones en la provincia. Había ganado Simón de Iriondo y el diario rosarino e iriondista El Sol publica lo que consideraba una noticia “inaceptable”: se habían acercado a los atrios de votación, acompañando a la oposición del Club Constitucional, un grupo de señoras.

Según la Ley de elecciones provincial sólo votan los inscriptos en el Registro Civil. Las señoras no votan, por la simple razón de que no tienen ni gozan en nuestro país (como en ninguno) de derechos políticos. Luego su presencia entre los votantes estaba de más”, decía el periódico.

Por supuesto, puede haber algún tipo de excepción en la participación de las mujeres. Señala este ejemplo:

Las matronas argentinas, tanto en Buenos Aires como en Mendoza arrojaban flores a los batallones que marchaban a la guerra, y se desprendían de sus anillos, de sus alhajas para la compra de las armas de los que habían de libertar la Patria en la guerra de la Independencia. Alguna vez la historia, nos presenta heroínas como Juana de Arco, como la Zaragozana, como la Tucumana, como Policarpa  Zalavarrieta, en situaciones difíciles, supremas en que ha sido necesario un sacrificio.
Pero esos son, obviamente, casos excepcionales, porque “jamás, señora alguna púsose a vanguardia de los escuadrones que salían a campaña, ni en los regocijos, manifestaciones y banquetes ocuparon otro lugar que el que corresponde al sexo hermoso”.

¿Qué hubiera pasado si los iriondistas hubieran hecho lo mismo? Decía El Sol: “Pues si lo mismo hubieran hecho los del Club del Pueblo, que suponemos tienen madre, hermanas, hijas, la manifestación femenina, en vez de electoral, hubiera sido una manifestación de carnaval. Bonito hubiera sido que esas damas, invitadas, en agradecimiento de su ardiente adhesión, por los indios Calchines a subir en ancas de sus briosos corceles, hubieran así paseado las arenosas calles del Santa Fe”.

El entusiasmo femenino tiene sus límites”, amonesta el diario. “No culpamos a esta señoras, sino a sus esposos o hermanos que no les han aconsejado lo que correspondía a la madre, la esposa, la hija son dignas de respeto y veneración en su casa, en el hogar, fuera de él, solo vemos el sexo débil en la tortuosa senda que la priva de las consideraciones que las sociedades cultas le tributan. Y aún se presta a otra consideración poco favorable a la minoría; y es que han querido cobijarse al amparo de las polleras, por si algo turbio ocurría”.


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